sábado, 11 de junio de 2011

Tictac



El hombre viene hacia mí. Su bastón abanica la vereda en un semicírculo imperfecto.
Tic… tic… tac… tic…
El chasquido de la punta metálica resuena en la noche como el eco de un radar. 
Desciendo a la calle para no estorbarlo. Siempre me ocurre lo mismo: si hay alguien cerca con un bastón tengo miedo de pateárselo sin querer. 
Tac… tic… 
De repente, detrás de una reja los colmillos de un furioso doberman nos ladran enloquecidos. 
«¡Ay, mierda!» 
Sigo caminando y subo a la vereda. Veo al hombre que continúa con su paso titubeante.
Tic… tac… 
«Algunos perros no sirven para lazarillos…»

© Sergio Cossa 2011

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