martes, 31 de julio de 2012

Libre




De pie, en el centro de la celda, cierra sus ojos y avanza hacia la ventana. Esta desaparece, igual que la pared. Ya en el patio de la prisión, sigue su marcha y se esfuman los muros. Camina por la calle. Se borran los policías y los jueces corruptos que lo condenaron. Continúa, y se evapora el verdadero asesino. Sin detenerse, hace que se desvanezca la ciudad, que también lo sentenció. Prosigue hasta el borde del acantilado, despliega sus alas y vuela en libertad.


© Sergio Cossa 2012

martes, 24 de julio de 2012

No ser


El mendigo - Mircrorrelato - Sergio Cossa


Con una mano escarba entre los tachos de basura, detrás del restaurante; en la otra sujeta la caja de vino barato. El perro vagabundo que lo sigue hace guardia a la espera de recibir algo. Desde el techo los observa un gato. Cuando se vayan, bajará y conseguirá lo suyo, además de alguna rata. Un ayudante de cocina sale a tirar desperdicios.
–To be or not to be– dice el mendigo.
–Vaya a dormir la mona, viejo borracho.
Javier Benítez bebe un largo trago de vino. Luego gira y se tambalea rumbo al fondo del callejón. Entre los cartones donde duerme, atesora su título de ingeniero. El único recuerdo que guarda de antes del alcohol.


© Sergio Cossa 2012

viernes, 20 de julio de 2012

Racional, las pelotas

Racional, la pelotas - Texto - Sergio Cossa


Cuatro metros de hondo debe tener este pozo de mierda y apenas si deja espacio para sentarme. Me duele el pie, me arden los arañazos que me hicieron las raíces mientras caía, me duele la cabeza. Parece que no tengo nada roto y puedo pisar el fondo lleno de barro y con olor a podrido. De qué me sirve gritar como loco si estoy solo en medio del campo. Hay como un kilómetro hasta el pueblo. Nadie va a venir a rescatarme por más que me desgañite. Vamos, tranquilo, soy racional, tengo que relajarme. Darles tiempo a los de la posada a que noten que no volví de mi paseo al río. Esta noche o mañana recién se van a dar cuenta. Por qué se me habrá ocurrido esa puta idea de dejar el celular para desconectarme del mundo. Mierda que se va a hacer larga la espera. Todavía queda un poco de luz naranja que entra por el hueco, pero dentro de un rato no voy a ver nada. Bichos no hay, pero por las dudas le esquivo a las paredes, falta que me pique una araña, para completarla.

Quién será el hijo de puta que lo dejó tapado con yuyos. Habrá sido una trampa para algún animal y justo me vengo a ensartar yo y ahora que no veo nada ya me está entrando el miedo. Oscuro, sin ruidos, todo apagado y frío y este nudo en el estómago que no es de hambre y el sueño que me vence y no me quiero dormir pero cabeceo de a ratos y me despierto gritando y estoy mojado de barro y transpiro a pesar del frío. ¡La puta madre!, que algo me camina por el cuello y me entra por la camisa y no me alcanzan las manos para sacármela.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Por qué carajo me tiene que pasar esto!
La peor noche de mi vida. Me falta el aire estoy helado me duelen todos los músculos y se me parte la cabeza. Adónde mierda se fue eso de tranquilizarse de pensar cosas positivas de ser racional en los casos extremos. ¿Y si no aparece nadie? ¿Y si este pozo se vuelve tumba? Como para frenar el llanto estoy. Mejor me dejo ir, por ahí llorar me alivia un poco y la sal que me llega a la boca me saca este sabor a muerto que tengo.

Creí que la mañana me iba a cambiar el ánimo pero igual sigo viendo todo negro y hago unos  huecos en la pared a ver si calzando los pies llego a las raíces que sobresalen pero me lastimo y ni siquiera despego del suelo. Mi garganta ardiendo de probar a cada rato con gritos de ayuda y mis piernas entumecidas por el frío y la falta de movimiento. Tienen que venir. Tienen que venir. Pero si no se escuchan ni los pájaros acá abajo. Los de la posada se preguntarán qué me pasó. Irán a la comisaría después a los bomberos y después saldrán a buscarme.  Seguro que me salen a buscar. Vieron que venía caminando para el lado del río. Se van a preocupar y saldrá el pueblo a buscarme.
¿Y si no vienen? ¿Si van para otro lado? ¿Y si se larga a llover? Se me vuelven remolinos los pensamientos y ya se puso naranja de nuevo. ¡Otra noche en el pozo no, por favor! Estas lágrimas que ya son barro soy todo barro y líquido y siento que me voy a transformar en barro podrido y en bichos en gusanos en raíces en tumba.

Estoy delirando y no puedo componerme. Esas voces que están en mi cabeza y no me dejan pensar rebotan cada vez más fuerte y sin sentido, vocales sueltas, gritos, o son gritos míos. Pero ese es mi nombre el que suena, y más claro y no es mi voz, no soy yo es de afuera de allá arriba. Y grito y me desespero y grito y salto para empujar mi “¡aquí estoy!” para que salga del pozo para que llame a los de la posada a los bomberos y al chico ese que se asoma por el borde. Y ya no puedo contenerme y estallo de angustia y de alivio y exploto en llanto y fluidos. Y yo que siempre me jacto de moderado y sereno y de ocultar emociones esta vez será inconfundible el olor a mierda que llevo encima.


© Sergio Cossa 2012

miércoles, 18 de julio de 2012

Todo es relativo


Relatividad - Microrrelato - Sergio Cossa


Hay hechos casuales y cotidianos que suelen cambiar al mundo. Por ejemplo, a partir de la caída de una manzana, Newton desarrolló la teoría de la ley de la gravedad terrestre. Un acontecimiento similar ocurrió con Albert Einstein. En el año 2010, la Academia Israelí de Ciencias hizo públicos los manuscritos del científico. Entre tantos borradores, se puede leer un texto en el que Einstein narra cómo se le ocurrió eso de la relatividad espacio-tiempo. Descubrió que los diez minutos de su esposa dentro del baño, no duraban lo mismo que los de él, desesperado por entrar.


© Sergio Cossa 2012

lunes, 16 de julio de 2012

Sin ambiente


Sin ambiente - Microrrelato - Sergio Cossa


Primero contaminaron el bosque, pero como yo vivía en la ciudad, no me preocupó
Luego contaminaron el agua, pero como yo bebía envasada, tampoco me preocupó.
Más tarde extinguieron la fauna silvestre, pero como yo tenía mascota, tampoco me preocupó.
Finalmente derritieron los glaciares, pero como yo vivía en el trópico, tampoco me preocupó.
Ahora estoy consumiendo mi último tanque de oxígeno. Ya es demasiado tarde.


© Sergio Cossa 2012

sábado, 14 de julio de 2012

Servicios completos


Servicios completos - Microrrelato - Sergio Cossa


La sociedad de consumo excede sus límites. No solo se utilizan en exceso bienes materiales, sino también servicios. Existe una oferta continua que nos libera de actividades indeseadas y nos permite ganar algo del escaso y valioso tiempo libre. Un ejemplo manifiesto de dicha oferta es el siguiente aviso clasificado:

Cochería García López
Lo más completo en servicios funerarios
Traslado en furgón sanitario
Ataúdes de diferentes calidades
Capilla ardiente
Salas velatorias
Servicios de azafata y cafetería
Tramitación de certificados e impuestos
Avisos y obituarios en radios y diarios locales
Nuestros servicios lo liberan de cualquier incomodidad
Usted lo único que pone es el difunto.


© Sergio Cossa 2012

jueves, 12 de julio de 2012

Stonewall


Stonewall - Microrrelato - Sergio Cossa


Durante años pude ver cómo construía su muro. Con cada sueño perdido sumaba hiladas que erguían la pared a su alrededor. Una traición, otra hilada. El cerco la protegía. Ella comprendía que se marginaba, pero prefería la oscuridad y la reclusión, al dolor que le causaba enfrentarse con la vida.
Hoy, mi mano penetró a través de un hueco en el muro y, aferrando su corazón, la arrastré de este lado.
Supongo que a veces no hay suficientes piedras.


© Sergio Cossa 2012

N. del A.: La última frase fue extraída de la película Forrest Gump.

martes, 10 de julio de 2012

Proeza




En su blog Las historias, Alberto Chimal propone cada mes crear un texto a través de una fotografía. Interesante ejercicio en el que suelo participar. Este es el texto que me sugirió la del mes de junio.

PROEZA

Nacido en un pueblito del interior de Argentina, Jacinto Benavidez emigró a Estados Unidos para trabajar como mecánico automotriz. Pasados unos meses, lo contrataron como ayudante en un taller ubicado a la vera de la autopista que une a Houston con Los Ángeles. El salario era suficiente para llevar una vida modesta y girar algo de dinero a su familia. Así continuó su existencia tranquila, hasta que un hecho extraordinario inscribió su nombre en las páginas del libro de records mundiales: la proeza de recorrer mil doscientos treinta y cinco kilómetros sujetado debajo de un camión. Su hazaña habría sido aún mayor, si el camión no se hubiera detenido a cargar combustible. Allí fue cuando se escucharon sus gritos, para que le desengancharan el overol.


© Sergio Cossa 2012

jueves, 5 de julio de 2012

Locuras





Durante su recorrida por los pabellones junto a los estudiantes residentes, el director del psiquiátrico se detiene ante una habitación. Invita a los presentes a que se asomen por el pequeño vidrio de la puerta, mientras explica que ése es un enfermo irrecuperable.
En el interior se puede apreciar una figura sobre la cama, envuelta en sábanas y frazadas.
–Es una mujer. Lleva más de un año internada. Todo este tiempo lo pasó arrastrándose como si fuera un gusano y nunca dijo una palabra. Desde hace un mes la vemos así. Las enfermeras le quitan las mantas para higienizarla, la medican, y cuando queda sola vuelve a esa posición, enrollada como una momia.
Días después, en la habitación solo encontraron las sábanas ovilladas. La búsqueda de la mujer resultó inútil. No hallaron rastros ni pistas que los orientaran a saber qué había ocurrido. Los comentarios de los demás internos, acerca de una mariposa gigante que voló hacia el bosque, no fueron tomados con seriedad.


© Sergio Cossa 2012-2023

martes, 3 de julio de 2012

Inmaterial


Inmaterial - Microrrelato - Sergio Cossa


Todo comenzó con la abstracción que le imponían las ecuaciones matemáticas: sus metas propuestas lo llevaban a recluirse días completos. Solo el llamado del cuerpo desviaba su trabajo: comía, reposaba y regresaba a sus continuos cálculos. Con el tiempo, juzgó que esos reclamos corporales paralizaban su avance. Decidió robarle horas al descanso, a sus comidas, para meditar acerca de las exigencias de la carne, frente a la libertad del espíritu. Sin detenerse, elevó su mente y su conciencia, despegándose de las necesidades terrenales. No recuerda el momento exacto en el que se separó de su cuerpo y le resulta curioso ver a sus familiares y amigos transportando el ataúd.

Se siente a gusto en esta nueva esencia, en este alejamiento de lo material. Además, se ha encontrado con muchos genios que creía muertos.



© Sergio Cossa 2012