Desde lo alto de su trono dorado el déspota observa displicente a su corte. A la derecha de la alfombra lo cruzan las miradas torvas de águilas y buitres; a la izquierda, solo cuervos, cacatúas y ratas. Baja la vista hacia sus pies. La mirada de su pequeño nieto le sonríe, mientras sus deditos desanudan los cordones de los zapatos reales.
Comprende que es tiempo de abdicar.
© Sergio Cossa 2013
Me alegra que tras esta larga pausa sin publicar vuelvas al blog.
ResponderBorrarUn saludo desde Berlín
Ya te echaba de menos. Hacia demasiado tiempo .........aunque vuelves con la misma fuerza antagónica de siempre.
ResponderBorrarUn saludo desde la otra orilla.
Sergio!! sé que tardo en pasarme por aquí, pero siempre que lo hago me sorprendes! ;). Un abrazo!!
ResponderBorrar¡Uy! ¡Tenía comentarios en mi blog! :)
ResponderBorrarPerdón y gracias a las tres.
Abrazo argentino.