Sentado en la cama la observo. Ajusta el violonchelo entre sus piernas, lo acaricia y comienza a llenar de nostalgia la habitación. Hemos discutido hasta cansarnos y decidimos terminar. Un rayo de sol resalta el cobre de su cabello y los cristales que caen de sus ojos. El arco desciende en acordes graves. Me detengo en su perfil, en esos labios afligidos y recuerdo las sonrisas de otros atardeceres. Luego tomo mi maleta.
Como si en esa maleta también pudieras llevarte los acordes. Muy bueno.
ResponderBorrarAbrazo
Tristes acordes, sin duda.
BorrarAbrazo, Horacio.
Pocas palabras, pero cargadas de emoción. Me encantó. Abrazos!!
ResponderBorrarMe alegra que te haya gustado, Soraya.
Borrar¡Abrazo!
Sergio:
ResponderBorrar¡Muy bueno!
Solamente faltó el "sol- do" en el violoncelo, para un final tanguero tradicional.
Mala tarde para esos amantes.
Al menos, a él le queda el recuerdo de las sonrisas de ella al atardecer...
Un gran abrazo.
Él se guardará sus sonrisas, ella se refugiará en su música.
BorrarLas finales de pareja casi siempre suenan a final de tango.
Un gran abrazo, Arturo.
Preciosa imágen de despedida.
ResponderBorrarMe gusta el lirismo de tus palabras en esta ocasión. Lo has descrito con suaves acordes y melodías de recuerdos hasta que coge la maleta y se marcha.
El Violonchelo es un instrumento muy sensual. ¡Me encanta su sonido! parece que lo oigo...
Un beso Sergio.
Gracias, Laura. Perdón por esta respuesta tardía, anduve paseando y alejado de la tecnología.
Borrar¡Abrazo!
Triste ese momento en el que se termina la canción. Buen micro. Felicidades.
ResponderBorrarUna perta.
Las últimas notas pueden ser para el aplauso, o para el olvido.
Borrar¡Saludos, Cortacuentos!