Terminé el borrador en febrero de este año. Luego vinieron las correcciones iniciales, las inapreciables de Rubén Padula y vuelta a corregir yo.
Se podría decir que nunca se termina de pulir un texto, porque cada vez que leo un capítulo, encuentro cosas para cambiar, para quitar o agregar.
Esa es la infinita riqueza de nuestro idioma y el poder que tenemos como usuarios del mismo.
No es más que arcilla para moldear, acuarela para deslizar en un lienzo o símbolos negros para colgar de un pentagrama.
Solo es brindarle amor y gozo a lo que hacemos. Que obtengamos una gran obra, una melodía que acaricie los tímpanos o colores que ruboricen a un colibrí, depende más de nuestra pasión que de las capacidades natas o adquiridas.
En cualquiera de estos enlaces podrán leer, imprimir o descargar el primer capítulo de El vuelo del ranoraky:
En próximos días subiré dos capítulos más.
Es mi deseo que lo disfruten. También pueden comentar o criticar.
¡Nos leemos!
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JORGE LUIS BORGES DECÍA QUE EL EDITABA PARA DEJAR DE CORREGIR.
ResponderBorrarBlanca Acosta.
Ese tipo tenía idea de lo que hacía, me parece :)
ResponderBorrarClaro que es verdad, un día hay que decir: es suficiente.
¡Saludos y gracias por comentar!