Desde la estrechez de su plano en dos dimensiones, el círculo variaba su tamaño, se tonificaba, pasaba del rojo al verde, al azul, a los diversos brillos combinados en millones de colores. Rebotaba sin cesar en los límites del monitor y se sentía útil, trabajando de salvapantallas. Alardeaba de ser la aplicación que podía superponerse y opacar a todas. En su intimidad, sin embargo, moría de envidia cuando observaba la libertad y el volumen de la vieja pelota que descansaba sobre la cama del niño.
© Sergio Cossa 2012
EL CÍRCULO VIRTUAL, NO PODÍA SUPERAR AL REAL, TAL VEZ ALGÚN DÍA LOGRE FUSIONARSE.
ResponderBorrarVLANKA.
Hay amores virtuales que logran fusionarse :)
ResponderBorrarPodrían también ser el círculo y la pelota.
Un abrazo, Vlanka.