El fuego subía descontrolado. Lejos, muy abajo, quedaron los intentos por detenerlo. Consumía a gusto los últimos pisos del rascacielos. Muchos ya habían perecido. Los apáticos cayeron primero, sin deseos de escapar a las llamas. Luego los incrédulos: sabían que jamás serían rescatados. Por la mitad del edificio se entregaron los pesimistas. Los valientes murieron como héroes, en el intento de salvar a los indecisos. Convencidos de contemplar el apocalipsis, sucumbieron los creyentes.
En la terraza, besando las nubes, unos pocos evolucionistas aguardaban a que terminaran de crecer sus alas.
LA DEFINICIÓN DE LA BELLEZA, SE PUEDE ENCONTRAR EN ESTE TEXTO. SOBRE TODO EN EL ÚLTIMO PÁRRAFO.
ResponderBorrarIDA CIENFUEGOS.
Gracias por tu visita, Ida.
ResponderBorrarMe alegra que te haya gustado.
Te has olvidado -entre otros- a los optimistas, que orinaban las llamas. Pero, el relato se hubiese hecho demasiado largo.
ResponderBorrarEs cierto, ante la adversidad es cuando se puede ver cómo piensa la gente...
Así es Arturo, la lista de comportamientos y estados de ánimo no es taxativa :)
ResponderBorrarTambién había algunos corruptos, en un último intento de sobornar al fuego.
¡Saludos!