Los historiadores tejieron varias leyendas sobre la hazaña de Filípides. En ellas se narra cómo el atleta corrió cuarenta kilómetros desde la bahía de Maratón hasta Atenas, para anunciar el triunfo de los griegos sobre los invasores persas. Esos textos jamás pudieron ser comprobados de manera empírica.
El reciente descubrimiento de rollos manuscritos, fechados en aquellos días, trajo a la luz lo ocurrido:
Los atenienses marcharon en defensa de su ciudad sabiéndose inferiores al poderío persa y con la certeza de que serían derrotados. Mas la alegría de la victoria los llenó de júbilo, por lo que enviaron a Filípides para anunciárselo a sus mujeres.
Corrió el joven los senderos de piedra hasta perder el aliento. Cuando atravesó el portal de la ciudad, comenzó a gritar:
–¡Hemos vencido!Acto seguido, de la mayoría de las casas atenienses surgieron hombres con sus túnicas y sandalias en las manos, quienes emprendieron un veloz escape rumbo a las montañas.Los soldados regresaron a los pocos días y encontraron la tumba de Filípides adornada con cerámicas. En el epitaphios, escrito por las mujeres, se alababa su sacrificio y se indicaba que había muerto de cansancio.
© Sergio Cossa 2012
"NO SIEMPRE GANA DISTANCIA EL HOMBRE QUE MÁS CAMINA"...O CORRE.
ResponderBorrarMUY AMENO RELATO.
VLANKA.
Sergio, confirmando este historia por los pergaminos, quiero lanzar la siguiente duda sobre su muerte y el apego de las atenienses. ¿El motivo de su fallecimiento no tuvo que ver con el cansancio sexual? Pues tener que satisfacerlas a todas...
ResponderBorrarSeguro no fue así, pero tiene su gracia.
Fantástica la explicación.
Un abrazo.
Gracias, Vlanka :)
ResponderBorrar¡Abrazo!
Nicolás, habrá que confiar en lo que dijeron las mujeres... Los pergaminos no profundizan sobre otros motivos de su muerte.
ResponderBorrarTal vez se aprovecharon del pobre Filípides, o tal vez lo silenciaron por lo que vio :)
¡Un abrazo!
Revisionismo puro.
ResponderBorrar¡Pobre inoportuno!
Y ellas que, seguramente, le habían dado tanta tarea a sus esclavos...
Saludos, Sergio.
Curiosa historia, y muy interesante las elucubraciones de los comentaristas. Luego os sorprendéis cuando os decimos que siempre tenéis la misma fijación y el mismo pensamiento, al margen de edades, razas, religiones y lenguas. Hay algo que, sin lugar a dudas, os une......jajajaja.
ResponderBorrarMuy bonita la entrada Sergio.
Un fuerte abrazo.
Habrá tantas historias que la historia no cuenta... :)
ResponderBorrarUn abrazo, Arturo.
Ely, nuestro aporte masculino siempre debe estar presente. Con esto del avance del feminismo cada vez nos cuesta más sostener esa idea fija :)
ResponderBorrar¡Saludos!
Mal asunto para atenienses y persas no haber aprendido que hay que hacer otras cosas y no la guerra.
ResponderBorrarBuen trabajo, Sergio.
Un abrazo,
Y muchos poderosos siguen sin aprender las lecciones históricas (aunque sean inventadas)
ResponderBorrar¡Abrazo, Pedro!
Es un micro muy inspirado y muy inspirador. Gracias por escribirlo y por publicarlo.
ResponderBorrarAbrazo fuerte,
PABLO GONZ
Gracias a vos por pasar y comentar, Pablo.
ResponderBorrar¡Abrazos!
Divertido punto de vista... tienes un filón por explotar, si te adentras en la historia con minúsculas. Un acierto.
ResponderBorrarAbrazos
Gracias, Susana.
ResponderBorrarY si, la historia nos brinda un infinito material para reescribirla a nuestro antojo :)
¡Un abrazo!
Sea como sea, aquello ya pasó, lo importante es que es muy bueno el relato.
ResponderBorrarQue los griegos se preocupen.
Un abrazo.
Parece que los antiguos griegos, ni enterados...
ResponderBorrarGracias por comentar, El moli :)
¡Saludos!