Después de casados, la mujer decidió que a su marido le vendrían bien algunos cambios estéticos. Así fue que lo alentó para que se cortara el pelo y se quitara esa barba de peluche.
La verdad es que tenía razón. Con menos pelos en la cara, me veo más joven.
Luego, ella insistió para que comenzara un estructurado entrenamiento físico. Cuatro veces por semana, el hombre se mataba con los aparatos y los abdominales.
Me siento mejor, es cierto. Incluso hasta se me está yendo la pancita.
Le costó convencerlo para que los viernes a la noche dejara de lado los asados con sus amigos, a cambio de salidas al cine y al teatro. Pero la perseverancia fue premiada: incluso logró que se volviera vegetariano, igual que ella.
Extraño a los muchachos.
El esfuerzo final consistió en convertirlo a su religión. Una creyente como ella no podía estar casada con semejante ateo.
Siempre supuse que había algo más allá. Alguien que nos guía y aguarda en el paraíso.
Meses después, la mujer se buscó un amante. No se afeitaba ni se bañaba seguido, pero al menos tenía una personalidad avasallante, no como el pusilánime de su marido.
Me siento bien, joven y maduro a la vez. Creo que merezco darle una oportunidad a esa alumna que me provoca desde principio de año.
Los domingos van a misa tomados del brazo, como un buen matrimonio que se precie.
© Sergio Cossa 2012
Sergio:
ResponderBorrarSi no fuera por lo altamente probable de tales personajes, diría que es una gran ficción; en cambio, debo aseverar que es una excelente observación.
Cuando la pareja se convierte en un fetiche, el objeto de caprichos, muere el amor y comienza la búsqueda.
No hay caso, siempre digo que todos tienen derecho a ser felices.
Un abrazo.
ay, el matrimonio y sus abismos escarpados..., jajaja.
ResponderBorrarUna dura tarea esa de convivir juntos, socio, y cuando intentan cambiarnos sólo podemos hacer dos cosas: o sacar las uñas o agachar la cabeza.
Y cuando ambos se engañan y después van a misa tomados del brazo sólo significa que se han acostumbrado a fingir. ¿es más cómodo quizás?
Gracias por este relato, amigo mio.
Arturo y Ángela, creo que no es más que el reflejo de conductas habituales. Y eso es lo triste.
ResponderBorrarGracias por sus comentarios.
¡Abrazo!
Esto recuerda a los días de la mafia. En que luego de los asesinatos, el padrino iba con su familia a misa.
ResponderBorrarClaro que el matrimonio es otra cosa.
Pero no deja de ser una triste realidad.
Un abrazo.
Sergio, un buen juego de espejos este relato, que demuestra que cada cual es un tesoro con sus virtudes y defectos. Además que las apariencias engañan.
ResponderBorrarAbrazos.
Excelente micro, Sergio! Nadie nació para complementar o completar a nadie. Nacemos enteritos de fábrica. La foto que ilustra el micro no podría ser mejor. El hombre-títere / la mujer-títere no se sostiene ni con mil piolines. Saludos van!
ResponderBorrarANOCHE HICE UN COMENTARIO PERO VEO QUE NO SALIÓ PUBLICADO. YO DECÍA QUE POR SUERTE YO TENGO A MI LADO UN HOMBRE QUE A VECES SE DEJA LA BARBA Y ME SEDUCE IGUAL, QUE SU PEQUÑA PANCITA LO HACE MÁS SEXY . POR OTRO LADO ES UN LINDO ATEO, QUE JAMÁS COMULGARÁ CON LA HIPOCRECÍA. Y ADEMÁS SABE QUE YO TENGO UN DIOS, Y EL ES PARTE DE EL.
ResponderBorrarELLA.
El moli, de acuerdo, una triste realidad que muchos asumen como algo normal y así pasan la vida.
ResponderBorrar¡Abrazo!
Así es, Nicolás, aceptarnos como somos y respetarnos sería lo más fácil. No habría que cargar máscaras de apariencias.
ResponderBorrarUn abrazo.
¡Gracias, Sandra! Totalmente de acuerdo. Las marionetas tarde o temprano quedan olvidadas en un cajón.
ResponderBorrarPasé por tu blog. Como te escribí allí, tu micro mereció ser el mejor de las 99 palabras. Al menos para el gusto de varios que lo leímos.
¡Saludos!
ELLA, tu comentario no quedó grabado, pero aquí está de nuevo para que lo leamos.
ResponderBorrarMe alegra que te acompañe ese hombre en tu vida. Sin duda que el verá suficientes valores en vos como para estar a tu lado.
Todo es un ida y vuelta, para que sea justo.
Gracias por pasar :)
¡Beso!
Una ficción muy realista. Me acordé del libro "Las mujeres que aman demasiado", que menciona cosas así.
ResponderBorrarSaludos!
¿Por qué será que el ser humano pretendemos cambiar lo que ya ha conseguido? Una vez que lo hemos convertido en rutina, deja de interesarnos. Aparentar una manera de vivir es el mayor de los fracasos. Quien intenta cambiarte no te merece.
ResponderBorrarMe ha gustado mucho. Un saludo
Damián, aún no lo leí, así que va a mi cuenta de pendientes (tal vez sea una opción más para entenderlas)
ResponderBorrar¡Saludos! :)
De acuerdo, Ely. Las parejas deben sumar, no restarse. Y lo peor es vivir en falsedad.
ResponderBorrarMe alegra que te gustara.
¡Abrazo!
muy bueno, y el pan de cada día, cuando deja de ser un reto, cuando se pierde el interes.... pasan estas cosas....
ResponderBorrarDescubrirnos y aceptarnos como seres humanos, sin mezquindades. Ese debería ser el pan de cada día :)
ResponderBorrar¡Saludos, Carmen!