La joven deambula por el parque de diversiones. Es noche de inauguración y las familias se agolpan en los juegos. Camina hacia un sector alejado. Un cartel de luces amarillas anuncia: Los espejos del terror. Paga el ticket e ingresa a un sinuoso pasillo repleto de espejos. Las distorsiones del reflejo de su cuerpo le provocan estallidos de risa. Se adentra en el laberinto y observa su silueta redonda, su cabeza estirada, sus piernas enanas. Se pregunta dónde estará el terror. Gira a su izquierda y entra a una habitación en la que se ve multiplicada cientos de veces. A cada paso pierde la noción de su rumbo y su sonrisa desaparece. Un nuevo giro y queda paralizada. Un espejo le devuelve la imagen de un hombre encerrado. Puede ver su cara desfigurada por el horror y las manos crispadas que golpean el vidrio. Intenta escapar, pero no encuentra la salida. Choca frente a nuevos espejos. Se encuentra con más personas aprisionadas. Grita pidiendo ayuda. Las paredes reflejan su figura mezclada con las de los cautivos. Cree distinguir una salida y corre. Se estrella contra un vidrio y comienza a golpearlo con sus puños. El vidrio se desliza y ella cae de bruces. Se descubre dentro de una caja de espejos, donde su imagen es copiada hasta el infinito. La puerta que traspasó se volvió a cerrar. Desde su cárcel puede observar el pasillo por donde llegó y a las otras personas atrapadas.
Minutos después, le arde garganta y ha perdido la voz. Llora en silencio. Entonces la puerta se abre, al igual que las de los demás prisioneros. Se atropellan siguiendo las luces que los guían a la salida. Desde un parlante, les agradecen la visita y los invitan a regresar cuando lo deseen.
Extraordinario, Sergio.
ResponderBorrarCuando creemos que el micro se encamina hacia lo humorístico, gira hacia el terror. Cuando creemos seguro cuál será el final, gira de nuevo y nos deja tan maltrechos y asombrados como a tu protagonista.
Gran mano narradora.
Enhorabuena!!!
Qué bueno que haya logrado despertar tantas emociones, Patricia. Gracias por tu comentario.
Borrar¡Saludos!
Suscribo una a una las palabras de Patricia, Sergio.
ResponderBorrarUn micro que es una especie de montaña rusa emocional para el lector.
Un abrazo,
Gracias, Pedro. Para mi fue un placer escribirlo.
BorrarUn abrazo.
Sergio:
ResponderBorrarEl que avisa no es traidor.
Y el cartel lo avisaba.
Muy bueno y ocurrente, hasta podría ser una metáfora del narcisismo.
Un abrazo, amigo.
No siempre el espejo te devuelve la imagen que estás buscando :)
Borrar¡Abrazo, Arturo!
Angustiosa la dicotomía de la diversión convertida en verdadero terror. Mi claustrofobia ha hecho que tiemble imaginando que yo, era la joven de tu microrelato.
ResponderBorrarAsustados saludos.
Es de imaginar, como suele ocurrir, que los sufridos participantes de este juego, se quedarán a la salida para regocijarse del terror de los nuevos incautos :)
BorrarSaludos, ely.