Algunos se muestran quietos, rígidos y fieles a su nobleza. Otros, agitados por oleadas de enojo e indignación. Hay altos, espigados, rechonchos, achaparrados. Varios exhiben tatuajes de corazones en su torso. Una nube de pájaros sobrevuela a los manifestantes, ahogando el fragor de la ciudad con sus trinos y chillidos. Las personas que pasan miran asombradas, aunque no deberían extrañarse: al final llegó el día en que los árboles se congregan frente al Ministerio de Medio Ambiente exigiendo mejores condiciones de vida.
Una pieza muy original. Me gusta la manera en la que juegas con nuestro ego, haciéndonos creer que hay alguna posibilidad que seamos protagonistas o partícipes de la historia. Muy sutil.
ResponderBorrarAbrazos.
Parece que en el mundo no somos los más importantes :)
BorrarUn abrazo, Agus.
Sergio, me gusta que los árboles se rebelen y se manifiesten. Les confieres más vida.
ResponderBorrarAveces pensamos que aquello que no se mueve, grita o llama nuestra atención, ni sufre ni le afecta nada.
Buen micro para sensibilizarnos a favor del mundo vegetal, tan necesario para nuestra propia supervivencia.
Un abrazo.
Sin árboles no viviríamos. Ni tampoco habría soñadores recostados a su sombra. Mirá si son necesarios...
BorrarGracias por pasarte, Petra.
¡Saludos!
Y si seguimos así van a ser los únicos que se acuerden que hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente. La soberbia de los humanos ni lo registra. Gran micro!!
ResponderBorrarAlgunos nos acordamos por suerte. Lástima que a los que toman las "grandes" decisiones ni les importa.
Borrar¡Saludos, Sandra!
Preciosos sentimientos, seguramente un día los árboles lo dirán, abrazo y feliz día.
ResponderBorrarOjalá así sea :)
BorrarFeliz día para vos también, Adri.
Gran micro, Sergio. Tal como apunta Agus, has sabido jugar muy bien y embaucar al lector lo suficiente como para que comience a sentirse personaje del relato. Así hasta la bofetada final, que nos hace detenernos y pensar en lo lógico del planteamiento por muy fantástico que este sea.
ResponderBorrarUn abrazo,
Gracias, Pedro. Pensé que los "corazones en su torso" iban a ser muy evidentes, pero parece que zafa hasta el final :)
ResponderBorrar¡Abrazo!
Poesía y compromiso. Yo creo en este concilio de árboles, tienen armas más poderosas que nosotros, la savia-es más sabia que nuestra propia sangre.
ResponderBorrarbesos y abrazos.
Vlanka.
¿Será que la sangre verde es mejor que rojas y azules?
Borrar¡Besos, Vlanka!
Sergio, como seres vivos que son los arboles también están indignados, ¡faltaría más! Ya se demostró en "El señor de los anillos" que tienen mucho poder. Cuidado con ellos.
ResponderBorrarMuy original este relato ecológico.
Abrazos.
Algún día van a cortar el grifo del oxígeno y ahí nos veremos :)
Borrar¡Un saludo, Nicolás!
Sergio:
ResponderBorrarEn mi vida he plantado algunos árboles. La mayoría de ellos fueron frutales, y digo esto por no estar tan seguro como para afirmar que todos ellos lo fueron. Y eso me satisface en gran medida.
Sin embargo, cuando analizo toda mi vida y recuerdo el empleo y destrucción de madera o de papel, veo el enorme déficit que originé, sin darme cuenta.
Si todos fuesen como yo (y no tengo razón alguna que me impida pensar lo contrario), el planeta estaría condenado.
Y si sumo la destrucción para ganar superficie para el monocultivo, hoy rentable, no me quedan dudas ya. He visto tales desmontes en Salta, Jujuy, Catamarca...
Un triste abrazo, amigo.
Es triste de verdad. Yo también he plantado algunos, pero gasto más papel en una semana de trabajo que lo que pude haber generado. En fin, así están las cosas y como decís, apenas somos un grano de arena al lado de los grandes predadores.
BorrarOtro abrazo para vos.
Un texto muy sólido, me gustó mucho. Primera vez que paso por acá, volveré, seguramente. Saludos
ResponderBorrarGracias por el comentario y bienvenido, Horacio.
BorrarYa pasé por tu interesante blog y tomé nota de él.
¡Saludos!
ojalá pudiésemos sobrevivir sin utilizar trocitos sensibles o insensibles, de estos imponentes árboles.
ResponderBorrarEl mundo debería solidarizarse con los pulmones de nuestra gran casa TIERRA.
En mi caso, intento cuidar mi pequeño territorio. Intento demostrarles cuánto me importan a través de mis encinas, el lilo y el almendro, los rosales y las hortensias. Disfruto de todos los olores y sabores que me regala la hierbaluisa, menta y albahaca.
AH! y reciclo todo lo que puedo, incluso realizamos un montón de manualidades y de esta manera, me parece hacer un pequeño homenaje al árbol que un día fue.
Precioso,original y solidario micro.
Un saludo
Tiene que nacer de nosotros, ely. Al menos en la educación para nuestros hijos. Tal vez cuando se renueve la lacra que gobierna hoy el mundo, el recambio lleve consigo el verdadero trabajo por el medio ambiente.
BorrarGracias por tu comentario.
Un saludo.
Y bien merecido que lo tendríamos!!!
ResponderBorrarMejor hagamos algo, antes de que algo así suceda...
Me he demorado en llegar a tu bitácora, Sergio, te pido disculpas.
Si no te molesta, he llegado para quedarme.
Un fuerte abrazo
Bienvenida, Patricia :)
BorrarYa también demoré llegar a la tuya. Creí que la tenía agregada en el feed y hoy me di cuenta que no era así. Pero ya fue remediado :)
¡Abrazo!
Inesperados manifestantes, aunque motivos no les falta.
ResponderBorrarMicro-eco-imaginativo-relato.
Saludosss!!
Así es, algún día nos darán la sorpresa :)
BorrarUn saludo, Gloria. Gracias por pasar.
Me gusta ese "trampe d'oeil" (?) que lleva nuestras pupilas de un ejército de torsos masculinos tatuados a un bosque de árboles reclamando lo que es suyo.
ResponderBorrarUn buen gancho de izquierda.
Abrazos
No conocía esa expresión, Susana, así que me fui al google :) y me encontré con las trampantojo. Había visto muchas de esas pinturas maravillosas, pero no sabía cómo las denominaban.
Borrar¡Abrazo!