Con una mano escarba entre los tachos de basura, detrás del restaurante; en la otra sujeta la caja de vino barato. El perro vagabundo que lo sigue hace guardia a la espera de recibir algo. Desde el techo los observa un gato. Cuando se vayan, bajará y conseguirá lo suyo, además de alguna rata. Un ayudante de cocina sale a tirar desperdicios.
–To be or not to be– dice el mendigo.
–Vaya a dormir la mona, viejo borracho.
Javier Benítez bebe un largo trago de vino. Luego gira y se tambalea rumbo al fondo del callejón. Entre los cartones donde duerme, atesora su título de ingeniero. El único recuerdo que guarda de antes del alcohol.
© Sergio Cossa 2012
Excelente entrada. Definitivamente es algo que sucede frecuentemente, el alcohol consume a las personas.
ResponderBorrarSaludos.
Gracias, P.R
BorrarAlcohol: una de las tantas drogas permitidas.
¡Saludos!
Triste vida para un hombre de provecho aferrado al cuello de una botella, que ahora, lamentablemente es un cartón.
ResponderBorrarEscarbas en la tragedia del alcohol con sus manos y nos dejas con su único recuerdo.
Triste.
Recibe un abrazo de Laura.
No importa el motivo que lo llevó al alcohol. Solo importa el resultado: soledad y abandono.
BorrarAbrazo, Laura.
¡Ay vale!, claro que lo había leído, pero como estaba comentando la otra entrada, pues no recordaba el texto.
BorrarTriste sí, mucho.
Un beso
cuanta gente vive así, y cuantas hay con un título metido dentro de un cajón, no necesariamente de cartón.Y ahora con esta crisis que tenemos también hay muchas personas con esa licenciatura atesorada entre sus enseres, mientras agarran una escoba, una bayeta o el limpia cristales, tal vez son ingenieros, maestros, o licenciados en arte.
ResponderBorrarPero volviendo al alcohol, sí, es cierto, derrumba vidas, estropea destinos, y hunde los sueños.
Un micro muy real, desgraciadamente.
En Argentina hace años que se dice que una salida laboral segura para un ingeniero es manejar un taxi. El alcohol solo sirve para empeorar todo.
BorrarSaludos, Ángela.
La vida nos entraga continuamente temas para escribir. Lamentablemente, hoy en día, la mayoría de los argumentos no terminan con: "y fueron felices y comieron perdices". Una pena.
ResponderBorrarTu micro está muy bien contado, es casi dulce; lo que aumenta la amargura de la trama.
Un abrazo, Sergio.
La suerte de la ficción es que podemos inventar finales felices. Lástima que la mayoría de las veces nada nos inspira para llegar a eso.
BorrarAbrazo, Petra.
Sergio, y es que la enfermedad del alcoholismo lo destruye todo, hasta las personas, su presente y su futuro.
ResponderBorrarBien reflejado ese viaje hacia el infierno en el que está sumido el protagonista.
Un abrazo.
Gracias, Nicolás. Un poco de alcohol suele estar presente junto a las buenas compañías. Cruzando ese umbral, nada es bueno.
Borrar¡Un gran abrazo!
Estremecedor, Sergio Pienso que todos, todos, tenemos un mendigo dentro esperando la ocasión para manifestarse.
ResponderBorrarAbrazo temblón
Pues habrá que esforzarse para que el mendigo se quede bien por debajo de la conciencia entonces.
BorrarAbrazo, Paticia.
Qué es un abrazo temblón?
Borrar¡Pues no me extraña nada en absoluto!cualquiera en esta situación que estamos atravesando puede llegar a acabar así.
ResponderBorrarEspero tu visita en mi blog y opinión.
http://lairaconira.blogspot.com.es/
Besos sin alcohol.
Así es, Laira. Son épocas para demostrar mucha fortaleza anímica.
BorrarBienvenida y ya me paso por tu blog.
¡Saludos!
Muy triste que entre el ser y no ser haya sucedido lo segundo. El pasado de abogado y el presente, un viejo borracho. En el medio, el abismo.
ResponderBorrarMe ha gustado como enlazaste título con relato, Sergio. Saludos van
Lamentablemente, la adicción al alcohol (en realidad, todas las adicciones) nos llevan al "no ser".
BorrarGracias por pasarte, Sandra.
¡Abrazo!
Una vida desperdiciada, alguien culto que guarda sólo un papel de los otros tiempos, que perdió todo lo demás. Con lo que se necesitan personas preparadas!!!!
ResponderBorrarEs una triste realidad, lamentablemente. Las adicciones controlan la vida de quien cae en ellas. Y no es suficiente una mente brillante para escaparles.
BorrarUn abrazo, Luisa.
La dureza de este micro está contenida no ya en lo explícito de la historia, Sergio, sino en lo habitual que puede llegar a ser. Es duro porque está pegado a una realidad cotidiana de la que todos sus lectores pueden encontrar muchos ejemplos.
ResponderBorrarLa grieta de esperanza la forma la posibilidad de salir de ello. Porque se sale, con mucho esfuerzo, pero se sale.
Un abrazo,
Es cotidiano. Tanto en las urbes como en los pequeños pueblos.
BorrarEs cierto lo de la posibilidad de salir de esas adicciones, aunque nadie lo logra en soledad. Creo que la soledad, más que la adicción en sí misma, es la que los termina de derrumbar.
Gran abrazo, Pedro.
Sergio:
ResponderBorrarPor supuesto, no es gratuita la profesión del borracho. Paso a explicarlo.
A principio de la década del setenta en la Argentina había infinidad de industrias, requerían los servicios de técnicos e ingenieros.
En 1979 pude ver cómo la tecnología de aquella época producía lo mismo con un sexto del personal original. Si extrapolo esa cantidad hasta la actualidad, me da la friolera de treinta y seis personas de antes para lograr la producción de una de hoy. O dicho en otros números: tres millones seiscientos mil trabajadores de antes, por cien mil de ahora.
Sobran tres millones y medio. Entre ellos, estará este borrachín y mendigo.
Como se ve un excelente relato.
Un gran abrazo.
Mucho hay de eso, Arturo. También la falta de políticas para reinsertar o adaptar al cambio a los que se van quedando afuera. Leyes hay, pero ni les importa hacerlas cumplir.
ResponderBorrarUn abrazo y gracias por pasar siempre.
He imaginado la escena y he sentido una gran tristeza y mucha impotencia.
ResponderBorrarPor desgracia, la globabilidad, los objetivos, la productividad y la carencia de humanidad, marcan demasiadas pautas en las sociedades. Espero que seamos capaces de cambiar leyes y actitudes.
Un saludo.
Creo que lo más triste de todos es cuando son conscientes de estar cayendo sin final y no pueden escapar a su adicción. La que sea.
BorrarUn saludo, ely, y gracias por pasarte.